jueves, 27 de mayo de 2010

La clave para un matrimonio feliz


Quizás usted haya escuchado que la mitad de los matrimonios hoy en día terminan en divorcio, con cónyuges amargamente disgustados y niños confundidos. ¡No deje que esto le suceda a usted! Ya sea que su matrimonio esté pasando por momentos difíciles, que su hogar sea un nido de felicidad, o que usted sea soltero y esté pensando casarse; ¡hay una serie de consejos gratuitos que le ayudarán en su matrimonio! ¡Provienen directamente de Dios, el creador y formulador del matrimonio! Si usted ha probado muchas alternativas, ¿por qué no le concede a Dios una oportunidad? Observe los consejos que se proveen en esta Guía y salve su hogar.

Diecisiete reglas del gran libro de Dios para un matrimonio feliz

1. Establezcan un hogar independiente.

"Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (Génesis 2:24).


La regla de Dios es específica. Los que se casan deben dejar padre y madre y establecer su propio hogar, aun cuando las finanzas exijan que sea en un apartamento de una sola pieza. El esposo y la esposa deben decidir juntos sobre estos asuntos. Deberán informar a sus padres y luego deben permanecer firmes no importa quién se oponga. Miles de divorcios podrían evitarse si esta regla fuera cuidadosamente seguida.

2. Continúen con el noviazgo después del casamiento.

"Ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados" (1 Pedro 4:8). "Su marido también la alaba" (Proverbios 31:28) "La casada tiene cuidado de cómo agradar a su marido" (1 Corintios 7:34) "Amaos los unos a los otros en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros" (Romanos 12:10).


Continúe (o tal vez reviva) las cortesías propias del noviazgo durante la vida de casados. Un matrimonio de éxito no ocurre por arte de magia: debe desarrollarse. No dé por sentado el amor de su cónyuge: expréselo o de otra manera, la monotonía destruirá el matrimonio. Ocúpese de que el amor crezca o de otra manera morirá y terminarán separándose. El amor y la felicidad no se encuentran procurándolos para Ud. mismo sino brindándolos a otros. Por eso, pasen tanto tiempo como sea posible haciendo cosas juntos, si se quieren llevar bien. Aprendan a saludarse con entusiasmo. Tomen momentos de descanso, coman, conversen y salgan a pasear juntos. No descuiden las pequeñas cortesías, y los pequeños actos que puedan realizar para animarse el uno al otro y para demostrarse afecto. Sorpréndanse mutuamente con pequeños regalos. Trate cada uno de sobrepasar el amor del otro. No retiren del matrimonio más de lo que depositan en él. El divorcio en sí mismo no es el principal destructor del hogar, pero sí lo es la falta de amor. Si se le da una oportunidad, el amor siempre triunfa.

3. Recuerden que Dios los unió en matrimonio.

Dijo Cristo: "Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre" (Mateo 19:5-6).


¿Casi ha desaparecido el amor en el hogar? El Diablo es responsable de esto. No olviden que Dios mismo los unió en matrimonio y el plan de él es que permanezcan juntos y felices. El traerá felicidad y amor a sus vidas si obedecen sus reglas divinas (Mandamientos). Para Dios todo es posible (Mateo 19:26). No desesperen. Dios que pone amor en el corazón de un misionero por los nativos de lejanos lugares puede fácilmente proveer el amor del uno por el otro si se lo permiten.

4. Cuiden sus pensamientos, no dejen que sus sentidos los traicionen.

"Cual es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Proverbios 23:7). "No codiciarás la mujer de tu prójimo" (Exodo 20:17). "Guarda tu corazón [tus sentimientos]; porque de él mana la vida" (Proverbios 4:23). "Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre... en esto pensad" (Filipenses 4:8).


Los malos pensamientos destruirán el matrimonio. El Diablo intentará atraparlos con pensamientos como éstos: "Nuestro matrimonio fue un error". "Ella no me entiende". "No puedo soportar mucho más estas cosas". "De todos modos podemos divorciarnos, si es necesario". "Me iré de vuelta a la casa de mi madre". "El le sonrió a esa mujer". Abandone esa clase de pensamientos, porque ellos destruirán su hogar, ya que sus pensamientos y sentidos gobiernan sus acciones. Evite el ver, decir, leer o escuchar cualquier cosa que sugiera impureza o infidelidad, o el asociarse con cualquier persona que lo insinúe. Los pensamientos descontrolados son como un automóvil en neutro en una pendiente. Cualquier cosa puede ocurrir, y el resultado será siempre desastroso.

5. Nunca se retiren a dormir enojados.

"No se ponga el sol sobre vuestro enojo" (Efesios 4:26). "Confesaos vuestras ofensas unos a otros" (Santiago 5:16). "Olvidando ciertamente lo que queda atrás" (Filipenses 3:13). "Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo" (Efesios 4:32).


Permanecer enojados el uno con el otro por ofensas pequeñas o grandes, es muy peligroso. A menos que se resuelvan prontamente, aun los problemas más pequeños se arraigan en la mente como convicciones y actitudes que afectarán adversamente toda su filosofía de la vida. Por eso Dios nos pide que eliminemos todo enojo antes de retirarnos a dormir. Sean lo suficientemente nobles para perdonar y decir con sinceridad: "Perdóname". Después de todo, nadie es perfecto. Reconozcan el error cuando lo cometan. Además, reconciliarse es una experiencia muy agradable, y tiene un poder extraordinario para mantener la unión matrimonial. ¡Dios lo sugiere! Da resultado.


6. Mantengan a Cristo como centro del hogar.

"Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican" (Salmo 127:1). "Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus veredas" (Proverbios 3:6). "La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" (Filipenses 4:7).

Esta es la gran regla que en realidad cubre todas las demás. ¡Ponga a Cristo en el primer lugar! El verdadero secreto de la felicidad en el hogar no es diplomacia, estrategia y esfuerzos incansables por vencer problemas, sino más bien la unión con Cristo. Los corazones llenos del amor de Dios nunca pueden estar muy separados el uno del otro. Con Cristo en el hogar, el matrimonio tendrá éxito. El Evangelio es el remedio eficaz para todos los matrimonios que están llenos de odio, amargura y chasco. El Evangelio previene miles de divorcios restaurando milagrosamente el amor y la felicidad. También salvará su hogar, si Ud. lo permite.

7. Oren juntos.

"Velad, y orad, para que no entréis en tentación. El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil" (Mateo 26:41). "Orad unos por otros" (Santiago 5:16). "Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente, y sin reproche" (Santiago 1:5).


Oren en voz alta el uno por el otro. ¡Esta es una regla maravillosa! Arrodíllense delante de Dios y pídanle que les permita sentir y expresar verdadero amor el uno por el otro, perdón, fortaleza y sabiduría para la solución de sus problemas. Dios ha dado una garantía personal de que él contestará. La persona que ora no es automáticamente curada de todas sus faltas, pero tendrá un corazón que anhelará hacer lo recto. Ningún hogar se destruirá jamás mientras el esposo y la esposa oran el uno por el otro, pidiendo la ayuda de Dios.


8. Estén de acuerdo en que el divorcio no es la respuesta.

"Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre" (Mateo 19:6). "Cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera, y el que se casa con la repudiada, adultera" (Mateo 19:9). "La mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive" (Romanos 7:2).

La Biblia es clara. Los lazos del matrimonio son indisolubles e indestructibles. El divorcio es permisible únicamente en el caso de adulterio, pero aun en tal caso no es obligatorio, sino sólo permitido. El perdón es siempre mejor que el divorcio, aun en el caso de una caída moral. El matrimonio es para toda la vida. Así lo ordenó Dios cuando realizó la primera ceremonia nupcial en el Edén. Todo pensamiento de divorcio como solución, destruirá cualquier hogar y esta es una de las razones por las cuales Jesús lo prohibió. El divorcio es siempre destructivo y casi nunca una solución para los problemas. El divorcio produce casi inevitablemente vidas deshechas, frustradas e infelices y con frecuencia hasta se convierte en la barrera que estorba aun el éxito en la vida. Dios instituyó el matrimonio para guardar la pureza y la felicidad del hombre y la mujer, para proveer a sus necesidades sociales y para elevar su naturaleza física, mental y moral. Sus votos figuran entre las más solemnes e inquebrantables obligaciones que un ser humano puede asumir. El ponerlas a un lado livianamente es renunciar al favor y la bendición de Dios.



9. Mantengan el círculo del hogar estrechamente cerrado

"No cometerás adulterio" (Exodo 20:4). "El corazón de su marido está en ella confiado... Le da ella bien y no mal todos los días de su vida” (Proverbios 31:11, 12). "Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal" (Malaquías 2:14). "Que te guarden de la mala mujer... No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus ojos. ¿Tomará el hombre fuego en su seno, sin que sus vestidos ardan? Así, el que se llega a la mujer de su prójimo; no quedará impune" (Proverbios 6:24-29).


¡Las intimidades del matrimonio no deben compartirse con otros! Resuelvan sus problemas familiares privadamente. Ningún otro (excepto su ministro o un consejero familiar cristiano de confianza) debe jamás verse envuelto en estos problemas de índole íntima y personal. Deben ser veraces el uno con el otro siempre y nunca guardarse secretos. No hagan ninguna broma a expensas de los sentimientos del otro cónyuge. Defienda el uno al otro y excluya estrictamente a todos los posibles entrometidos. Y con respecto al adulterio (a pesar de lo que algunos consejeros matrimoniales digan) siempre lo dañará a Ud. y a todos los demás implicados. Dios, que conoce nuestra mente, cuerpo y estructura emocional, dice: "No cometerás adulterio". Y cuando él prohibe algo, es mejor que obedezcamos. Los que insisten en ignorar este mandamiento recibirán el castigo reservado para los desobedientes. De manera que si Ud. ha empezado a cortejar indebidamente a alguien, es mejor que ponga punto final a esto de inmediato, o de otra manera se asentarán sobre su vida sombras que no podrán disiparse.


10. Dios describe lo que es el amor: esfuércense todos los días por lograr esa norma.

"El que tiene amor, tiene paciencia; es bondadoso y no envidioso; no es presumido ni orgulloso. No es grosero ni egoísta; no se enoja ni es rencoroso. No se alegra del pecado de otros, sino de la verdad. Todo lo soporta con confianza, esperanza y paciencia" (1 Corintios 13:4-7, Versión Dios llega al hombre).

Vuelva a leer cuidadosamente este pasaje bíblico. Es la descripción que Dios hace del verdadero amor. ¿Cómo se compara la calidad de su amor con esta norma? El amor no es un impulso sentimental sino un principio santo que abarca toda la vida. Su matrimonio no puede fracasar si predomina en él el verdadero amor. Sin él, no podrá triunfar.


11. Recuerden que la crítica y los rezongos destruyen el amor.

"Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas" (Colosenses 3:19). "Mejor es morar en tierra desierta que con la mujer rencillosa e iracunda" (Proverbios 21:19). "Gotera continua en tiempo de lluvia y la mujer rencillosa, son semejantes" (Proverbios 27:15). "Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga [una tabla entera] que está en tu propio ojo?" (Mateo 7:3). "El amor busca una forma de ser constructivo" (1 Corintios 13:4-7, edición inglesa de Phillips).


Dejen de criticar y de rezongar. Dejen de encontrar faltas. No esperen perfección, o de otra manera resultará amargura. Pasen por alto las faltas y busquen las cosas buenas. No traten de reformar, controlar o forzar al cónyuge, pues destruirán su amor. Sólo lo bueno puede cambiar a la gente. Un sentido del humor, un corazón alegre, la bondad, la paciencia y el afecto eliminarán las dos terceras partes de los problemas de su matrimonio. Trate de hacer a su cónyuge feliz en vez de querer hacerlo bueno. El secreto de un matrimonio de éxito no radica en tener el cónyuge apropiado, sino en ser uno mismo el cónyuge apropiado.


12. No se excedan en nada: sean temperantes.

"Todo aquel que lucha [el atleta] de todo se abstiene (es temperante)" (1 Corintios 9:25). "El amor... no persigue ventajas egoístas" (1 Corintios 13:5,). "Si pues coméis, o bebéis, o hacéis otras cosas, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10:31). "Hiero mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre [tengo dominio propio]" (1 Corintios 9:27). "Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma" (2 Tesalonicenses 3:10). "Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla" (Hebreos 13:4). "No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias: ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad" (Romanos 6:12-13).

Los excesos pueden arruinar su matrimonio. Así también la falta de entusiasmo. El trabajo, el amor, el descanso, el ejercicio, el juego, los cultos, las comidas y las relaciones sociales deben ser cuidadosamente equilibrados en su matrimonio, o de otra manera éste irá mal. El exceso de trabajo y la falta de sueño, así como la carencia del debido ejercicio y el debido alimento, hacen que la persona se vuelva criticona, intolerante y negativa. El comer en exceso constantemente es un gran mal que fortalece la naturaleza animal y amortigua la conciencia.

Los abusos sexuales destruyen el amor por las cosas santas y debilitan la vitalidad. El matrimonio no es una licencia para excederse en las prácticas sexuales. Los actos degradantes, las desviaciones o la intemperancia destruyen el amor y el respeto mutuo que los cónyuges se deben. Una vida sexual temperante es lo que la Biblia recomienda (1 Corintios 7:3-7). Las relaciones sociales con los demás son absolutamente esenciales. La verdadera felicidad no puede hallarse en el aislamiento. Deben aprender a reír y disfrutar en forma sana de los momentos agradables. El ser excesivamente serios es peligroso. El hacer las cosas con exceso o sin entusiasmo, debilita la mente, el cuerpo y la conciencia, así como la capacidad de amarse y respetarse mutuamente. No permita que la intemperancia eche a perder su matrimonio.

13. Respete cada uno los derechos y las cosas privadas del otro.

"El amor es tolerante. El amor no tiene celos... no es grosero, no es egoísta. No se regocija en la injusticia. Está lleno de bondad" (1 Corintios 13:4, Traducción de Weymouth). "Amaos los unos a los otros, en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros" (Romanos 12:10).



Cada cónyuge tiene el derecho concedido por Dios a tener algunas cosas privadas de las cuales no necesita dar explicación. No se entrometan en la cartera de su consorte, en la correspondencia privada ni en otras cosas personales, a menos que él o ella se lo permita. El derecho a la privacidad y al silencio cuando alguien está preocupado debe ser respetado. Su cónyuge tiene aun el derecho a equivocarse ocasionalmente y tiene el derecho de tener un día libre de vez en cuando. Los cónyuges no se poseen el uno al otro, de manera que no se deben exigir por la fuerza cambios en la personalidad. Sólo Dios puede hacer esos cambios y cada uno de nosotros es personalmente responsable ante él en este asunto (Romanos 14:12). La perfecta confianza mutua es absolutamente esencial para la felicidad. Pase menos tiempo investigando cosas acerca de su consorte y más tiempo tratando de agradarle. Esto produce milagros.


14. Practiquen la limpieza, sean modestos, y cumplidores.

"Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia" (1 Timoteo 2:9). "Con voluntad trabaja con sus manos [la mujer]. Se levanta aun de noche y da comida a su familia. Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde" (Proverbios 31:13-27). "Sed limpios” (Isaías 52:11, Versión Moderna). "Hágase todo decentemente y con orden" (1 Corintios 14:40). "Si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo" (1 Timoteo 5:8). "No os hagáis perezosos" (Hebreos 6:12).




La haraganería, el desorden, la falta de limpieza y el descuido son armas que el diablo usa para destruir el respeto y afecto mutuos y así arruinar su matrimonio. La ropa modesta y limpia y un cuerpo bien aseado son esenciales tanto para el esposo como para la esposa. Las comidas deben ser sanas, bien presentadas y servidas a tiempo. La casa debe estar limpia y ordenada, porque esto trae paz, tranquilidad y satisfacción a todos. Un esposo que no trabaja, que es descuidado y que no provee para las necesidades de su casa es una maldición para su familia y un insulto para Dios. El descuido en estos aspectos aparentemente pequeños destruye muchos hogares.



15. Resuelvan hablarse bondadosamente.

"La blanda respuesta quita la ira" (Proverbios 15:1). "Goza de la vida con la mujer que amas" (Eclesiastés 9:9). "Cuando ya fui hombre dejé lo que era de niño" (1 Corintios 13:11).



Esfuércense por hablar en forma suave y bondadosa. Cuando se es atacado, el silencio es a menudo el mejor método para calmar la ira. Las decisiones que se hacen cuando se está enojado, cansado o desanimado, no son las mejores, de manera que es mejor relajarse y esperar que pase la tormenta antes de hablar. Y cuando se comunique con su cónyuge de nuevo, que sea suavemente y con amor. Las palabras ásperas y airadas destruyen el deseo de agradar.



16. Sean sensatos en los asuntos financieros.

"El amor no es posesivo. El amor tiene buenas maneras y no persigue ventajas egoístas" (1 Corintios 13:4 edición inglesa de Phillips). "Dios ama al dador alegre" (2 Corintios 9:7).


Todas las posesiones e ingresos en el matrimonio deben ser "nuestros" y no "tuyos" y "míos". Parte de las entradas pertenecen a la esposa para comprar los comestibles y la ropa, y para hacer frente a las necesidades del hogar. Esa suma debe dársele sin discutir. Esposo y esposa deben tener sumas iguales (siempre que sea posible) para gastar a gusto sin dar cuenta de ello. Un esposo mezquino hace a su esposa infeliz, acusándola muy a menudo de que es gastadora y derrochadora. Mostrar confianza en la capacidad administrativa del cónyuge, hace que éste o ésta sea mejor administrador.



17. Converse con su cónyuge acerca de los problemas y consúltelo con frecuencia.

"El amor... no está ansioso de impresionar ni tiene ideas exageradas de su propia importancia... No es quisquilloso" (1 Corintios 13:4-5, edición inglesa de Phillips). "El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma" (Proverbios 15:32). "¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él" (Proverbios 26:12).



Pocas cosas fortalecerán tanto su matrimonio como conversar juntos y consultarse mutuamente acerca de las decisiones más importantes. El cambio de trabajo, la compra de una casa, un automóvil, muebles, ropa, y todos los demás asuntos que implican dinero, deben interesar a ambos esposos. Consultar las cosas evitará muchos desatinos que podrían arruinar su matrimonio. Si después de mucha consulta y ferviente oración, las opiniones todavía difieren, la esposa debe someterse al deseo de su esposo. Las Escrituras son claras con respecto a esto. (Véase Efesios 5:22-24.)

Fuente: bibleuniverse.com

0 comentarios:

Publicar un comentario

Cuentale a otros

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More